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Entre las discusiones políticas de los últimos meses tuvo lugar una falsa antinomia que merecería ser saldada teniendo en cuenta, entre otras cosas, el espacio que compartimos desde el EDE y la visión de país de la cual, más allá de diferencias naturales, todas y todos participamos. Quienes hayan seguido algunos debates televisivos y reportajes a líderes sociales y a algún que otro funcionario, habrá escuchado contraponer, en una peculiar, extraña y contraproducente visión de la realidad política, al peronismo con el progresismo, como dos identidades incompatibles a la hora de pensar un proyecto y, en términos concretos, un frente común con aspiraciones de gobierno.


Hay, cuanto menos, una verdad bastante fácil de comprender: resulta mucho más espinoso definir al peronismo que al progresismo. La categoría de “peronista” interpela a sectores tan disímiles entre sí que transforman el concepto en un significante semi vacío en el cual pueden encasillarse desde defensores del neoliberalismo y representantes de la derecha más tradicional hasta profundos defensores de los derechos humanos, la igualdad y la necesidad de que el Estado regule las injusticias que siembra el mercado. Pero...¿Qué significa ser peronista y no ser progresista? ¿Tiene sentido plantear esta división? No caben muchas alternativas: o bien es una confesión de quienes se sienten parte de los sectores conservadores del peronismo, o bien –y este es el caso que debe tenerse en cuenta- se hace referencia a un supuesto desprecio entre espacios que deben cofluir. Han aparecido categorías y frases como “progresismo blanco” o “el poder de los negros” - mucho más vinculables a sectores que hacen de la fragmentación social su núcleo de ideas- que están alejadas de la voluntad integradora del EDE.


Desde este espacio quedó demostrado, en las últimas semanas más que nunca, que el diálogo incluye y debe incluir a cualquier sector que acompañe las ideas de revalorizar la política, foralecer los roles del Estado, priorizar la inclusión de los sectores más vulnerables, defender a ultranza los Derechos Humanos y que tenga aspiraciones de gestión para transformar lo que se presenta como dado.

Si los rumbos son compartidos, la visión del mundo apunta hacia un mismo lado y la ambición de gestionar para hacer que esta sociedad continúe profundizando el camino hacia la equidad es una causa común, la dicotomía progresismo Vs peronismo no puede ser más que una débil interpretación de la realidad, que resta a la hora de pensar en ampliar espacios . La conclusión, siempre sostenida desde el EDE , es una sola: lo que debe ir junto no debería estar separado.

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