Nota de Opinión Militante
El ataque a Caceres, un negrito que nació en el Barrio Carlos Gardel, el mismo que aparece ahora estigmatizado junto a Fuerte Apache, lo ha transformado en un símbolo de la derecha. Son las posibilidades que tiene la industria cultural al estar manejada por sectores concentrados.
Repiten hasta el hartazgo que el asalto fue en su BMW. No se cansan de hablar de las villas como si fueran aquel Matadero de Echeverría, donde todo lo que ocurría era inhumano y salvaje. Ahora vuelven de nuevo con sus exigencias indignadas criminalizando a "los menores". No se resignan, cuentan con el aval mediático para operar en los ámbitos simbólicos de la sociedad.
Caceres salió de una villa. Su historia es la del subalterno que logra el éxito por las posibilidades que ofrece la cultura de masas, como es el fútbol. Nunca se olvidó de sus origenes, porque los llevaba en el propio cuerpo, en la cara cada vez que se miraba el espejo. Era imposible que se mienta.
Pero las cosas concretas son diferentes a lo que significan realmente. A nadie le interesa la opinión de Caceres, lo que haya hecho en su vida. Lo utilizan, lo cooptan como instrumento que les permite seguir chorreando racismo. Caceres se va a morir funcional a la derecha, siendo claramente un símbolo subalterno. No tiene la culpa. Una lástima.